26 marzo 2021

LEYENDA DE LA CARRASCA DE LECINA

 

LA CARRASCA DE LECINA Y LAS BRUJAS.

Esta carrasca ha sido galardonada con el premio “Árbol Europeo 2021”

El cuento o leyenda de hoy nos lleva hasta la comarca del Sobrarbe. Lecina está enclavada dentro del Parque natural de la Sierra de Guara y pertenece al municipio de Bárcabo. Como a 1h15’ de Huesca. Se coge la autovía hacia Lérida para abandonarla pronto y coger dirección Abiego, Adahuesca, Colungo. La carretera hasta Abiego, aunque estrecha, transitable. A partir de ahí comienzan las vueltas y revueltas cada vez con más intensidad. O sea, que calma al conducir. Y cuando la persona viajera llegue a Adahuesca no se olvide de la leyenda de “Las Dos Abuelas y de Sevil”…

 Lecina es un pueblecito pequeño que ha sabido mantener su encanto y que además de su iglesia destacaríamos las cuevas con pinturas rupestres y, a mí me llamó la atención, su Cubierto. Una construcción abierta, en la plaza del pueblo,  para que las gentes del lugar se pudieran juntar, a cubierto, para hablar o solucionar sus problemas.

No creo que, actualmente, lleguen a 15 las personas que lo habitan. La mayoría de las casas, por no decir todas, tienen su escudo o blasón. Lugar precioso, sí, pero no sé si para una temporada larga...

Quizás lo más visitado e importante de Lecina sea su  carrasca milenaria” y en ella nos vamos a centrar. Máxime cuando durante el año 2021 puede ser elegida como “ÁRBOL DEL AÑO EN EUROPA”.

Para que os podáis hacer una idea de su magnitud comentaros que el tronco tiene más de 6 m. de circunferencia lo que viene a significar casi 2 m. de diámetro, una altura superior a los 16 m. y cubre una superficie superior a los 600 m2.

Hace muchos años caí por allí y el pueblo ya tenía pocos habitantes. Los visitantes debíamos ser muy pocos… Alguien, entre sorprendido y receloso,  se nos acercó  y algo de lo que ahora os cuento creo que le escuché…

Cuentan que

Hace mucho tiempo, Lecina estaba rodeada de inmensos, misteriosos e impenetrables bosques de encinas y robles donde se ocultaban los lobos, los osos y también las brujas. Los vecinos vivían temerosos de las brujas ya que tenían la creencia de que éstas les causaban terribles y crueles desgracias. Traían la enfermedad y la muerte a personas y animales o les mandaban las terribles tormentas que asolaban, de cuándo en vez, a las cosechas y al pueblo.

Sin embargo las carrascas del bosque estaban contentas con ellas.

Era tal era el temor de las gentes del lugar que no se atrevían a entrar al bosque ni para hacer leña.

Pero una de las más jóvenes de las carrascas no estaba muy contenta con la mala fama que tenía el bosque y sentía pena por los habitantes del pueblo.

Tan disgustaba estaba que no dejaba que las brujas se posaran o se refugiaran en sus ramas.

Por esa actitud eran frecuentes las discusiones que tenía con los demás árboles.

Las brujas, hartas ya de las protestas de la joven carrasca, decidieron irse a otro bosque a habitar y para agradecer el apoyo prestado por las encinas más viejas  les dijeron que antes de marcharse y abandonarlas les concederían todo lo que les pidieran.

Las encinas más presumidas quisieron que sus ramas y sus hojas fuesen de oro. Así se sentirían ricas y muy bellas. Y serían la admiración de sus compañeras  por su riqueza.

Otras, desearon desprender el perfume más hermoso y delicado que tuviera la naturaleza. Así serían la envidia por su fragancia.

Las terceras les pidieron a las brujas que sus ramas y hojas fuesen brillantes y de cristal. Así se convertirían en la fascinación y deslumbramiento de todas las demás.

Sólo la  pequeña carrasca les dijo que ella  quería seguir siendo como era y había sido. Y así se quedó.

Las brujas, antes de marcharse les concedieron todo lo que les habían solicitado.

Al tercer día de la marcha de las brujas se desató una terrible tormenta de viento, granizo y nieve. Todos los árboles que habían decidido que sus hojas  fueran de cristal vieron cómo éstas se caían al suelo hechas mil pedazos, y al poco tiempo, sin ramas ni hojas se fueron muriendo.

Un día que acertó a pasar por allí un pastor con su rebaño no pudo impedir que su ganado se lanzara a comer las hojas aromáticas que desprendían algunos árboles. Corriendo se lo contó a los habitantes del pueblo y éstos, presurosos, acudieron al bosque a cortar esas encinas de hojas aromáticas para dar de comer a sus ganados.

En el bosque ya sólo quedaban los árboles convertidos en oro y la joven carrasca. Viendo los vecinos tanta riqueza en aquel bosque comenzaron a desmenuzarlos para conseguir monedas de oro. La noticia se extendió rápidamente y los ladrones y asaltantes de caminos también se acercaron para llevarse una buena parte.

De todo aquel inmenso e impenetrable bosque sólo quedó…  la joven carrasca.

Todas las gentes que al bosque habían acudido  la respetaron y la siguieron respetando las siguientes generaciones que vinieron por detrás, durante siglos y siglos…

Y desde entonces…

No dejó de crecer y crecer y crecer…

Hasta nuestros días.

Eduardo de la Fuente. Año 2020.

A la encina milenaria de Lecina, en agradecimiento.

 

Datos y curiosidades: 

La Carrasca milenaria de Lecina (Lecina-Barcabo. Huesca, Aragón)

 Especie: Quercus ilex 
Altura: 16,26 metros 
Perímetro del tronco:7 metros  
Perímetro de Copa: 28 metros 
Superficie: 615 m2  
Edad: Milenaria 

 Muy querida por todos los vecinos de Lecina, cuentan que en los duros inviernos, ella sola producía 600 kilos de bellotas que alimentaban durante meses a sus ovejas, llamada por eso “La Castañera

Las encinas fueron consideradas como árbol sagrado. Los celtas creían que de ella llegaban a los hombres los dones y bondades de los dioses y por eso le rindieron culto. Las más antiguas familias griegas celebraban sus reuniones bajo una encina sagrada donde tomaban sus decisiones más importantes. En Aragón se continuó con esta costumbre para celebrar todo tipo de acuerdos: tratos, bodas, asuntos de tierras o lindes. Si lo que se debía acordar implicaba dos localidades, se elegía la carrasca más grande situada a la mitad del camino que las separaba. Si el asunto era de mayor relevancia se elegía la más famosa del lugar o del reino. 
 
Por ejemplo, en 1873 se proclamó en el Somontano la 1ª República en la que en ese momento era la más famosa carrasca de Aragón, “La Carrasca de las Coronas”. Este árbol legendario está incluido en el escudo de Aragón. En el cuartel superior izquierdo está representada una encina sobre la que aparece una cruz latina de color rojo. Según la leyenda los jacetanos habían venido desde San Juan de la Peña hasta Aínsa para reconquistar este territorio a los sarracenos. Cuando los cristianos iban perdiendo la batalla apareció una cruz roja sobre una encina y entonces cambió la suerte de la batalla, conquistando los cristianos Aínsa. Desde entonces la encina y la cruz roja es el símbolo de Sobrarbe (“sobre árbol”).


 

 

2 comentarios:

Eduardo dijo...

El texto que aparece después de la leyenda es una aportación, rica y fundamentada en algún texto, de nuestro Director y padre del block, D. Julio Jiménez.
"Al César lo que es del César..."
Agradeciendo los trabajos y molestias que se toma para que el block siga "vivo".
Con un fuerte abrazo.

Gabriel dijo...

Cada vez lugares más paradisíacos. No dejes de compartir estas cosas.