21 junio 2011

SUBIDA A BRAZATOS



El sábado 11 de junio fue el día en que nos pusimos de acuerdo para realizar esta excursión.
Entrado el mes de junio, por lo general, el tiempo ya es más seguro y para entonces mucha nieve, acumulada en los meses anteriores, ha ido desapareciendo o perdiendo volumen.


Otro de los acuerdos que nos propusimos es que la partida fuera al amanecer, con la fresca y el rocío mojando los pies.
Siempre se ha dicho (espero que siga siendo realidad) que lo mejor de un viaje es la buena compañía. Yo no pude encontrar otra mejor en la persona de José Luis Martínez, avezado montañero y conocedor del lugar. Espero que él también se sintiera correspondido. Puedo afirmar que fue un día de los que crean satisfacción personal, por lo que supone de superar dificultades y compartir emociones.

A las 6:45h. pusimos rumbo a los Baños de Panticosa. La carretera de subida era toda nuestra. Aparcamos junto al “Gran Hotel” (que sin desear mal a nadie, me alegro de que esté cerrado). Recordamos la anécdota de cuando estaban realizando las obras y el segurata de turno nos impedía el paso porque sólo se permitía el acceso a los Sres clientes del hotel. Y se nos quedaba una carita de no dar crédito a los que oíamos…¡Que no podíamos acceder a un espacio público de belleza sin igual, a un parque natural protegido, porque lo querían “privatizar” incluso con dinero público!. Fuimos muchos quienes nos opusimos a tal bellaquería… Y las administraciones públicas que se metieron en el fregado nunca dieron explicaciones, ni del porqué, ni del dinero que allí enterraron.


Calzadas las botas emprendimos el camino que sube por la escalinata que se encuentra al fondo a la derecha, la que sube junto a la caída del agua que ahora resuena de nuevo en el silencio de la mañana. Serán unas tres horas de camino salvando un desnivel de unos 1.100 metros. El punto de partida se sitúa en unos 1.650m y deberemos llegar a las 2.800m. Ese es nuestro objetivo.
El día amanece claro y se nos va enturbiando. Nubes procedentes de Francia se van adueñando del cielo. Pero cambia el aire. Y de nuevo los rayos de Sol nos templan el camino. Subimos a ritmo. El primer tramo no presenta dificultades. Es un camino, ancho en sus momentos, señalizado con marcas blancas y rojas y que se deja subir. Tampoco conviene abusar del esfuerzo primero porque el día es largo. Los primeros 500m de desnivel los hacemos en una hora. Es una buena marcha. Pronto alcanzaremos el ibón superior de Brazatos.


Dos cosas nos llaman la atención. Una, que el ibón tiene muy poco agua. Su nivel está muy bajo. La segunda, la cantidad de pescadores. Todavía no son las 09:00h. de la mañana y habrá más de una docena de cañas en el lago. Nos acercamos al pequeño refugio que se encuentra al otro lado del puente que atraviesa longitudinalmente la presa y observamos que han tenido que pasar la noche allí.


Un trago de líquidos, acompañado de algo energético nos da fuerzas para acometer la segunda tirada. Desde allá abajo se contempla la cima. Allí hay que llegar, señala José Luis. Pues en marcha. El camino supera el bello circo por su parte izquierda. Se va empinando poco a poco. Antes de llegar al collado atravesamos tres o cuatro neveros que son puro hielo. Hay que asegurar las pisadas si no se quiere terminar en el fondo de la caída estampados contra las pedreras. No llevamos más que los bastones y la experiencia. Para quitar hierro al asunto José Luis comenta que a la vuelta la nieve estará blanda y que entonces será un paseo. A la bajada veremos cumplido el vaticinio. Pero en la subida se notaba la atención y la tensión en cada paso.


Al llegar al collado nos paramos con el fin de estudiar el camino para el último asalto. Enfrente teníamos un nevero. Decidimos subir hacia la derecha, por la pedriza, bordeándolo sin entrar en él. Todavía la nieve estaba muy dura. El camino por el cantal de rocas tampoco fue nada fácil, pero creo que acertamos. Al llegar arriba el camino pasa a la otra ladera, se echa a la derecha, entrando en el circo propiamente dicho que habíamos observado desde el ibón.. Es un camino estrecho pegado a las rocas que requiere adrenalina en sus movimientos. A la subida, quizás por llevar los ojos pegados a las paredes rocosas donde colocar manos y pies, no vimos tantos hitos como hay, señalando el camino. Un par de pasos técnicos, una subidita exigente y se vuelve a aparecer de nuevo, junto a dos hitos en la ladera izquierda del monte.


Se sube por la derecha, se pasa a la izquierda y se enfila la cima. Es el momento más exigente de la subida. Nada excepcional en estas montañas, pero que te exige atención y un poco de forma física.
Llegamos a la cima adornada con el montón de piedras característico de algunas de estas montañas. Un abrazo que nos sabe a triunfo y satisfacción. Hemos hecho el camino en dos horas y 45 minutos. Son las 10 y cuarto. Todo el monte es para nosotros. ¿Qué parte del monte quieres, José Luis ?. Todo lo que ves es nuestro. Sólo estamos tú y yo. Sensación de magnitud y dominio. Silencio. Altura. Montaña y cielo. Solos los dos.


El sol está radiante y nosotros rebosantes. Enfrente tenemos, casi, casi tocando con los dedos, la mole inmensa y majestuosa del Vignemale. ¡Es impresionante en su belleza y grandeza!. ¡Es magnífico!. Un poco a la derecha José Luis señala Ordesa. Se distingue perfectamente el Perdido, el Cilindro, el Taillón, la Brecha de Roland… Unas nubes bajas cubren el valle de Ordesa. Aportan su encanto… De espaldas Sierra Telera… A la izquierda el Garmo Negro, las Argualas, Infiernos, que han sido los vigilantes, desde el otro lado del valle, de nuestra ascensión. Incluso divisamos la cumbre del Balaitus. Todo parece que cabe en un puño. Extiendes la mano, alargas el brazo y acaricias las frentes de esas montañas… Nos abrigamos… Hay que comer, reponer energías, descansar… Compartimos lo que llevamos, pan embutidos, chocolates, frutos secos, aquarius y coca-colas… Sobre todo compartimos alegría y satisfacción. Nos quedamos un buen rato sentados, comiendo el bocata mientras dejamos grabadas en la mente las cumbres claras de las montañas. José Luis saca la cámara. Maestro de la fotografía jugando con la luz. Tú enfocas y aprietas aquí. No estoy seguro de poder acertar, pero lo intento. José Luis aprovecha para sacar un millón de fotos. En algunas aparece él, otras veces yo, e inclusive conseguimos aparecer los dos a la vez.. Desde el collado suben otras dos personas. Observamos el camino que realizan. Casi han seguido nuestro sendero. José Luis conoce a uno de ellos. Es un escalador, maestro de escalada. Se conocieron en algún curso. Todavía José Luis recordaba su nombre y apellido. Memoria es lo que tiene el maestro.
Tenemos que bajar.


Hasta el collado descendemos por el camino que hemos hecho en la subda. Del collado para abajo nos adentramos en los neveros. La nieve se ha ablandado. Son más seguros. Van llegando otros montañeros. Les cedemos el monte. Nosotros ya lo hemos disfrutado.
Llegando al Ibón superior nos cruza por delante un sarrio. Habría bajado a calmar su sed y volvía rápidamente a su refugio. Eso es correr por la pedrera.
Parada en el Ibón para despedirnos del circo y de la cima. Volveremos, seguro que volveremos.


Retomamos el sendero de nuevo hacia abajo.


Atrás dejamos la satisfacción cumplida. Vamos bajando sin prisa. ¿Para qué correr, si el tiempo es el que es?
Son las 14:30 cuando llegamos al coche.



Imágenes del perfil y ruta seguidos. Su autor: José Luis Martínez.

El maestro de ruta y fotógrafo es José Luis.
El escribano que esto os ha contado es Eduardo.

Va por todos vosotros, por los que amáis la montaña.

1 comentario:

Julio dijo...

Hola compañeros,cuando lo estaba leyendo, sentía que me había perdido una subida preciosa, me acordaba de hace "unos años" en la que gozamos de un buen día de montaña, espero que en poco tiempo subamos juntos.
El grupo de Montañeros de la Bache está cogiendo un nivelazo, en poco tiempo empezaremos a meter en el macuto unos cuantos tres miles.
Eduardo, José Luis: sois la punta de lanza de Montañeros de la Bache, ¡qué la subida al Tendeñera sea otro exito!
Aupa compañeros
Julio