05 mayo 2011

SUBIDA A SANTA OROSIA

No es mi intención hablar de esta santa patrona de Jaca. Sin embargo indicaré que los lugareños la veneran con cariño y devoción. Y que si llegáis a donde os quiero hacer llegar podréis comprobar la grandiosidad del lugar y de la propia ermita. La romería de Santa Orosia la celebran el día 25 de junio. Nunca me he hecho presente. Quizás huyo de las aglomeraciones. Pero intuyo que es magnífica, en su expresión y festividad. Es comienzo de verano, de noche corta y día largo. Días de solsticio y vino, de mirada relajada y cariñosa, de fiestas patronales con jolgorio, ruido, baile y risas…
Quizás así le guste a la santa; quizás lo quiera así para su gente en estos tiempos de poca bonanza.

Invitamos a quien desee conocer algo admirable que se acerque al lugar. Así lo hicimos Txaro, Victor y quien esto escribe el día jueves santo, 21 de abril. La intención era irnos a subir con raquetas el pico Vértice. Era una bonita aventura. Pero el tiempo no estaba para bromas y Txaro nos propuso esta alternativa. Y acertó de lleno. No tenemos fotos. Pero cuando vayáis, no os olvidéis la máquina. Seguro que no os arrepentiréis.

Hay varias alternativas para subir y bajar. Nosotros, después de hacer nuestras indagaciones “a pie” de monte, es decir, después de una soberana paliza, os recomendamos la alternativa que os proponemos:

Subir por Salué y bajar a Yebra de Basa.

Para hacer ese recorrido son necesarios dos coches.
Se parte de Escarrilla a una hora temprana, para aprovechar bien el día y la mañana. Se coge la carretera hasta Sabiñánigo. Continuando por la carretera general, sin entrar al pueblo por la zona industrial, cuidando de no superar la velocidad señalada, se llega a la primera salida que indica varias cosas: Sabiñánigo, Yebra, Ruta del Serrablo, Campo de golf… Se entra en la rotonda de nueva construcción y
saliendo de frente se coge la dirección a Yebra de Basa. Está bien indicado. A la entrada de Yebra coger el camino de tierra a mano izquierda, una vez pasado el puente sobre el río, y dejar aparcado, uno de los coches, junto a una pequeña capilla que encontraréis a unos 100 m. Suele haber sitio. Elegir el que más os guste.
Con el otro coche se vuelve el camino realizado hasta la rotonda de Sabiñánigo.
Al llegar, de nuevo a la rotonda, coger a la derecha. Seguir la dirección que indica al campo de golf. Se sube una pequeña cuesta y continuar a mano derecha en el siguiente pequeño cruce – semi-rotonda siguiendo las indicaciones al campo de golf. Cuando lo vemos a nuestra izquierda llegamos a un nuevo cruce que nos indica Latas.
Dejamos a la izquierda la carretera que conduce a las instalaciones del golf y cogemos la estrecha carretera de la derecha. De ahí a 5 minutos llegamos al cruce de Salué. Coger a la derecha y continuar hasta el pueblo. Aparcar donde se pueda. No hay mucho sitio dentro del pueblo. Y si subís hasta la iglesia en coche tendréis que dar marcha atrás porque junto a la iglesia no hay sitio donde aparcar o dar la vuelta. Salué es un pequeño poblado de apenas media docena de casas con una antigua iglesia de corte románico propia del Serrablo.

La referencia de la iglesia es fundamental porque justo de su parte trasera, la más bonita de la iglesia y donde respira el aire arcaico y vetusto de su romanidad, sale la senda que nos va a conducir a la cima. Es una senda que está bien marcada con señas y con pisadas. No tiene pérdida. Pronto se adentra en el bosque de pinos y carrascas. Tomarlo con calma nos ayudará a tener una ascensión tranquila, relajada y continuada. De vez en cuando alguna pequeña cascada refresca el ambiente aportando una nota de tranquilidad y frescura. La norma en este caso es, en caso de duda, siempre a la izquierda hasta llegar a la cima. Duración de la subida: Sobre dos horas. Pero se puede ir más despacio, o más deprisa. Estas últimas no son aconsejables para disfrutar de un gran paseo. Más bien las primeras son más amigables. Lección que tengo que seguir aprendiendo.
Llegando a la cima – unos 1.600 m.- se abre un espacio verde de prado de pasto y de alimento fresco para el ganado. A la derecha una antena, creo recordar. Un poco más cerca un poste indicador con tres o cuatro alternativas. Más a la izquierda la silueta del pico Oturia – de unos 1.900 m.- que si se puede, se quiere o da el día, aconsejamos acometer en el momento que se crea oportuno.
Cogemos la alternativa que lleva a santa Orosia. Seguimos de frente, ladeándonos a la derecha siguiendo las estacas que señalan el camino hacia la ermita. No hay pérdida. Se intuye por dónde va el camino.

Cuando vamos llegando a la ermita el horizonte se ensancha y los ojos descansan en un paisaje soberbio de belleza. En el centro de ese espacio abierto y transparente se divisa la majestuosa ermita de santa Orosia.

Está cerrada. A su derecha, la fuente fresca de agua, con sabor a dulzura y descanso, invita a un hamarretako(un almuerzo). No tengáis prisa. La tranquilidad es vuestra aliada. Quedaros un momento contemplando, imaginando, cómo, retrocediendo unos 1.200 años, un jeque moro perverso y cruel rompe el sueño acariciado de juventud y boda de una joven jacetana(?) arrancándole los pechos y cortándole la cabeza. Su regalo, el de esta joven, es la fuente donde bebes la pureza cristalina de su agua.
No te olvides cargar tu cantimplora de agua. Si hace calor la vas a necesitar.
Después de almorzar tienes muchas alternativas para conocer y pasear. Te recomendamos el pico Oturia. Pero si no te apeteciera, puedes ya coger el camino de vuelta a Yebra, donde ha quedado el otro coche. Verás indicaciones para bajar a Isún de Basa, a San Román de Basa, a Javierre, incluso a Oliván.
Nosotros te recomendamos una senda que parte de la misma fuente, un poco a mano derecha, por encima de la pista grande que has cruzado y que también te llevaría a Yebra. Sigue esa senda que, en un primer momento, parece que va paralela a la pista pero que poco a poco se va hacia la derecha para hacerte llegar a otra pequeña ermita y junto a la cruz que señala este espacio. De ahí que a la ermita se la conozca como ermita de la cruz. La vista desde la cruz es magnífica. Se dibuja todavía la morrena del arcaico glaciar que seguramente, hace ni sé cuántos millones de años, formó el valle y con él se depositaron, lenta, lentamente, los guijarros que hoy conforman el monte donde te encuentras. Comprobarás que es un terreno de sedimentación, de amalgama de piedras, de tierras, de agua, de musgos y de siglos, de muchos siglos atrás.

Ahí, en ese punto, junto a la ermita y a mano derecha, vas a coger una senda que se inclina ladera abajo, que difícilmente vas a olvidar, por las sorpresas que te va a ir ofreciendo hasta llegar a tu destino. En sí, es la ruta de las ermitas y las cascadas.
Baja con cuidado y con tiento. Y si hace mucho calor te aconsejamos que lo dejes para horas más frescas, a no ser que tengas decidido hacer largas paradas.

En esta larga, pendiente y pedregosa bajada vas a ir encontrando las ermitas enclavadas en las cuevas. Están renovadas, aunque cerradas.
Viviendas, seguramente, por su enclave agreste y de difícil acceso en otros tiempos, de antiguos y venerables cenobitas que huyeron, como decía el poeta, del mundanal ruido, y siguieron la escondida senda que ni tan siquiera imaginas que pudiera dibujarse en tan abrupta pared.

Bajada espectacular… Camino enroscado con fuerza a la roca, que se hace difícil imaginar por dónde va, por dónde se retuerce, en una palabra, por dónde se ha bajado, o subido, cuando llegas al final.
Por eso, de vez en cuando, se hace necesario volver la vista atrás, y tratar de atisbar por dónde se dibuja la senda, por dónde se ha vuelto a hacer el camino, esta vez al bajar.
No tiene pérdida. Que nadie se asuste. Que bajar el camino, te va a bajar. Tú pon el cuidado de no tropezar.
Y al llegar a la ermita, de San Cornelio, creo recordar, además de tocar la campana si subes las escaleras, podrás contemplar la belleza de una gran cascada. Si fuera tiempo de sequía, quizás no haya tanta agua, pero las cascada ahí estará. Más abajo tienes una leyenda de la piedra que tiraban los jóvenes cuando se iban a casar, del número de botes de la piedra y de los años que debían esperar…
Al menos una hora de bajada contemplando un paisaje abrupto, rudo y sereno, grandioso por su belleza y altura y magnitud.
Y así llegarás a Yebra. Si quisieras volver andando a Salué, al pasar el puente de madera a la entrada de Yebra que te deja en la pista de tierra, deberías coger a mano derecha la senda que se mete en la barranca, como dicen los lugareños. Son casi tres horas que puedes evitar. Por eso ahora te explicas lo de los dos coches.
Ese tiempo, que nosotros no disfrutamos cuando conocimos la ruta, bien se puede emplear en descansar, en refrescarse, en conocer Yebra y en visitar su iglesia.
Ahí te seguirán hablando de santa Orosia.
Quizás te hayas quedado admirado…
Quizás, cuando puedas, decidas volver.
A mí me ha pasado lo mismo.

En agradecimiento a Txaro y Víctor
por su compañía,
por su decisión para conocer nuevos lugares,
por todo lo que disfrutamos y compartimos ese día
.

Eduardo.

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